1 de Enero 2017

La muerte te hace más malo, insensible, incapaz de empatizar con los sentimientos y problemas de los demás. Lo he oído en algún programa de radio y estoy de acuerdo. Los problemas que pueden estar sufriendo tus amigos y conocidos parecen nimiedades si los comparamos con la muerte. Esa gran desconocida que nos acompaña desde que nacemos pero a la cual nadie puede acomodarse ni prepararse. ¿Cómo prepararte para lo desconocido? Creo que no es posible, aunque supongo que hay personas que aceptan una postura de resignación, tal vez aferrándose a sus creencias religiosas.
Quizá la persona que muere descansa de esta vida, pero no lo sabemos. Los que quedamos muy próximos a ellos, sus hijos, esposas, sobrinos, hermanos...etc empezamos a no descansar. Nos invade el desconsuelo porque es muy difícil admitir que no vas a volver a abrazar a ese familiar tan querido, que no vas a tenerlo que cuidar más, que no vas a tener su protección y su manto. Al menos no lo vas a percibir físicamente.
El devenir de la vida te enseña a sobrellevarlo con paciencia, o no, depende, y tienes que salir al despertar de ese nuevo ser en el que te conviertes. Ya no eres la misma persona, eres un poco más débil y un poquito peor. Aumentan tus recelos y susceptibilidades, tal vez porque te sientes más indefenso, más desarropado. Tu manto de protección cuando desaparece un progenitor también desaparece. Por eso sientes esa intemperie a tu alrededor, ese frío, ese vacío.
Algo muy grande se me fue contigo, padre. Algo muy grande te acompañará siempre.
"La vida es una gran mentira....". Gran verdad padre. La VIDA sin tí es muy difícil. Ya no es la misma porque tu saber estar, tu honradez, tu caballerosidad, tu hombría, ya no están conmigo. No caminas a mi lado. Te has quedado ya dentro de mí y de mis hermanos, y de tu esposa, y de tus nietos, y de tantas personas que te querían y respetaban. Ahora caminas con nosotros , dentro de nosotros, y echamos en falta ese espacio físico que ocupabas. Te necesitamos mucho, y nos haremos peores personas, peores congéneres para los que nos rodean. Nos insensibilizaremos con nuestro propio dolor y no reconoceremos el de los demás. Que cada palo aguante su vela. Y yo no quisiera ser así. Yo quisiera ser buena gente como tú me enseñaste siempre. Yo quisiera no fallar a la vida, no fallarte a tí y a mí misma. Te necesitaré siempre y por eso siempre te interrogaré qué puedo hacer para tomar las decisiones correctas, y te pediré que nunca nos abandones, porque nunca te irás mientras estés y te sintamos dentro de nosotros.