Los quince años fueron los mejores. Políticamente fueron años muy interesantes pero entonces aún no me importaban esos temas. Empezaba a sentirme atraída e interesada por el mundo de las amigas, del grupo, de los chicos. Me quedé emocionalmente enganchada en esos quince años. Años de inocencia contigo, de sueños, de ilusiones. Años de quererte sentir y no poder, años de añorarte y de sufrir, años de lejanía y de miedos y de absurdos. Años de niñez perdida, de juventud recién estrenada y presentida, de quererte tener y no tenerte. Años tal vez de sufrir.
No parece normal visto con el paso del tiempo que aquello fuera posible, pero sí aquello sucedió. A los quince o dieciseis años también se sufre. Son penas diferentes, pero te van preparando para el futuro. Porque la vida es un nacimiento y muerte constante. Leí alguna vez en algún sitio que todo lo que nace empieza desde ese mismo momento a morir. Y qué gran verdad.
Aún así me quedo con mis quince años que nunca comprendí, que no supe, que nunca me explicaron. Que murieron casi al punto de nacer. me quedo con tu recuerdo. me quedé contigo.
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