HABLAR POR HABLAR

Como no madrugaba demasiado se pasaba las noches escuchando la radio. Le gustaba sobre todo un programa que se llamaba "Hablar por hablar" y allí fue donde creyó escuchar la siguiente historia.
Ella tenía 15 años, él 17. Se conocían desde siempre porque los dos vivían en un pequeño pueblo de sierra, pero fue aquel verano de 1976 cuando habían vivido una relación un poco especial. Con el comienzo del curso se separaron porque ella estudiaba en otra provincia desde hacía algunos años, y el único vínculo que mantuvieron hasta el siguiente verano fueel epistolar. Ambos escribían y recibian cartas con mucha emoción. Intentaban mantener aquella ilusión veraniega dándose ánimos y estudiando al máximo para poder tener libre todo el verano. ¿Qué pasaría aquel verano?. Demasiadas ilusiones y cábalas puestas en él. En sus últimas cartas se veía la ilusión. Deseaban tenerse cerca, estar juntos por fin y concretar su relación. Y entonces sucedió. Se reencontraron de nuevo, la pandilla alrededor, y entre el saludo de todos el suyo no yuvo nada de especial. Parecía que ya no buscaba esos momentos de intimidad que antes tanto disfrutaban. Y ella quedó descolocada sin querer forzar nada. No me pregunteis el motivo- decía a alguna de sus mejores amigas -  porque yo tampoco sé qué ocurre. Algo parece haberse roto.
Aquella circunstancia debió de ser motivo de cotilleo al menos entre los que conocían la incipiente relación. Ya no parecían tan inseparables como el año anterior y que ellos supieran no había pasado nada. Cuando alguien intentaba saber algo la respuesta de ella era siempre la misma : no sabía nada, no había pasado nada, ni siquiera habían hablado a solas, pero ya no lo sentía cercano, no lo tenía y era como un extraño. Todo había muerto antes de nacer.
Pasaron los años y sus vidas discurrieron por caminos diferentes. Ambos se habían casado, ambos tenían hijos, con familias, lugares y existencias muy diferentes, pero al menos una o dos veces al año se veían en el pueblecito. Cuando coincidían en algún lugar sus ojos parecían buscarse, se saludaban con la cortesía normal de amigos y ella cuando lo tenía cerca intentaba adivinar una explicación a lo ocurrido muchos años atrás en el fondo de su mirada. Nunca lo encontró, nunca supo interpretar su sonrisa enigmática, su socarronería y jamás tuvieron una charla al respecto de lo ocurrido en sus años juveniles. Sólo había existido aquella carta de reproche que ella en algún momento le envió, pidiendo sólo una explicación. El nunca parecía que hubiera sabido ofrecérsela.
A día de hoy siguen siendo amigos, pero amigos que en su interior se sientes diferentes, con una amistad especial, casi familiar, con demasiados silencios y sobreentendidos. Son amigos del silencio, marionetas huérfanas tras el telón que cayó abruptamente aquel verano